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La organización de una carrera atlética infantil tiene unas características generales que son comunes a las pruebas para adultos. La decisión sobre el trazado, su señalización idónea y su cumplimiento, la presencia de servicios médicos y una parte de las cuestiones legales, logísticas y comunicativas, son muy semejantes a las que se deben abordar, a la hora de organizar una carrera para adultos. Pero en este artículo repasaremos los aspectos más específicos de una carrera atlética para niños y jóvenes, –es decir, menores de edad–, las peculiaridades a tener en cuenta para su buen funcionamiento e, incluso, para que el evento tenga el impacto y la acogida deseados.
Bases de la competición en la organización de una carrera atlética infantil
Hay diversos tipos de carreras dirigidas al público infantil. Las hay que están ligadas a una competición para adultos y son el complemento, por ejemplo, de una media maratón, o una carrera de 10 kilómetros. A menudo, antes de la salida de los adultos, se realiza la competición de los pequeños. En estos casos, la carrera pequeña aprovecha la difusión y la logística que ya tiene la carrera de los mayores, y es igualmente abierta a todo tipo de participantes, (esto quiere decir que para participar se puede estar dentro de un club o no). Después hay otras específicamente dirigidas al público infantil, que pueden estar dentro del calendario de competiciones federativas o de clubes, o tener un carácter más popular. Aquí nos referiremos, como norma general, a las de carácter más popular, abiertas a todo tipo de participantes. Son, en este sentido, las que pueden tener más variantes organizativas.
Para empezar, es muy importante que la prueba disponga de un reglamento claro, que concrete tanto cuestiones del funcionamiento deportivo (de cara al participante, que es necesario que empiece a tomar consciencia de unas normas deportivas), como del amparo legal, (de cara a los padres, que, además, deberán certificar su autorización a que el menor participe en la carrera, y su asunción de responsabilidades). Este reglamento fijará las categorías en que se clasifican los participantes, y la distancia que deberán recorrer. Se trata, evidentemente, de distancias cortas, (y más si el público es básicamente popular), que pueden oscilar entre 500 y 2.500 metros, y que pueden aumentar cuando el deportista ya es algo mayor, (estaríamos hablando, por ejemplo, de las categorías cadete o juvenil).
Las categorías que se suelen establecer van de prebenjamín a juvenil, es decir, de edades comprendidas entre los 5 y los 17 años. Se decidirá, dependiendo de la envergadura de la competición, si se aúnan algunas de las categorías (por ejemplo, es habitual que prebenjamines y benjamines compitan juntos, e igualmente lo hagan juntos niños y niñas en estas tempranas edades). Como sucede con las pruebas de adultos, las carreras infantiles deben disponer también de un comité organizador, que será el encargado de coordinar y controlar su avance, y garantizar su correcto desarrollo, así como de descalificar a todo aquel que no cumpla con el reglamento. A continuación, damos algunos ejemplos de las distancias establecidas, acorde con las categorías: prebenjamín femenino y masculino (500 metros); benjamín femenino y masculino (500 metros); alevín femenino y masculino (800 metros); de infantil femenino y masculino hasta juvenil de ambos géneros (1.609 metros). En otros casos, las categorías cadetes y juveniles ya compiten en una mayor distancia, que puede ser de 2,5 kilómetros, (siempre recordando que estamos hablando de carreras atléticas abiertas a todo tipo de público, no de competición de calendario federativo).
Hay otros elementos, si se quiere de carácter más simbólico, que se pueden tener en cuenta en la elección de un trazado para los participantes. Si bien dependerá de la disposición de instalaciones, a menudo la entrada en una pista de atletismo, de al menos parte del recorrido, suele ser muy valorado y, además, resulta de un gran atractivo para los pequeños atletas, que justo empiezan a descubrir y tener sus primeras sensaciones en el mundo del deporte. Igualmente, un circuito plenamente urbano contribuye a que haya un ambiente más cálido.
Entre los elementos que el reglamento fijará, está el hecho de correr con el dorsal perfectamente fijado y visible, o el cumplimiento estricto del recorrido de la prueba y de su horario de inicio. También deberá establecerse cómo se organizarán las clasificaciones, (por clubes, género, escuelas, categorías, podio…) y los premios que se darán. En este sentido, en edades tempranas, se considera idóneo que todos los participantes reciban, además del servicio de avituallamiento propio del final de la prueba, algún obsequio que ponga en valor su esfuerzo, desde el que ha sido más rápido hasta el último. Aquí tomarán una fuerte relevancia los acuerdos que la organización sea capaz de ligar con los patrocinadores.
A diferencia de las carreras de adultos, en que los patrocinadores son a menudo firmas deportivas o de carácter local, aquí el abanico de patrocinios se puede abrir a empresas relacionadas con el mundo infantil. Esto también será importante por un tema que trataremos más adelante, como es el de las actividades de ocio que se pueden llevar a cabo, que complementen el evento deportivo.
Para la cuestión de la cobertura legal de los participantes, el funcionamiento suele ser el siguiente: todos los participantes que estén oficialmente inscritos en la prueba, tanto si están federados (vía club) como si no, estarán cubiertos por una póliza de seguros concertada por la organización. Esta póliza está destinada a cubrir los accidentes que se produzcan como consecuencia directa del desarrollo de la prueba, y nunca como derivación de un padecimiento o tara latente, imprudencia, negligencia, inobservancia de las leyes y artículos del reglamento, así como los que se hayan producido en los desplazamientos al lugar, y desde el lugar en que se desarrolle la prueba. El reglamento también hará constar que la participación de menores de edad, exige la autorización y presencia de padres o madres o tutores legales, durante toda la duración de la carrera.
Asimismo, los padres o tutores legales deben declarar y manifestar –en la inscripción-, que reconocen ostentar la capacidad legal de representación del menor participante, y que la inscripción se hace bajo su única y exclusiva responsabilidad. Además, la organización declina cualquier responsabilidad sobre los atletas que hayan corrido sin dorsal, o sin haber formalizado su inscripción. Estos aspectos, que pueden parecer muy legalistas, es importante que figuren explícitamente en el reglamento de inscripción de la carrera con tal de evitar, a posteriori, problemas sobrevenidos por el mal comportamiento de alguno de los participantes menores de edad.
En el reglamento de inscripción de la prueba, también es necesario establecer que, al inscribirse en ella, los participantes dan su consentimiento para que la organización, por sí misma o mediante terceras entidades, pueda tratar automáticamente o con finalidad exclusivamente deportiva, promocional o comercial, los datos de carácter personal, (esto se fija, por ejemplo, por las cuestiones de clasificaciones públicas de deportistas menores de edad). En este sentido, se suele especificar el acuerdo de los inscritos para ceder de manera expresa a la organización, el derecho de reproducir el nombre y apellidos, el sitio obtenido en la clasificación general y la propia del participante, la categoría, la marca deportiva realizada y su imagen. Es una cuestión, ésta, que en el caso de menores de edad, es necesario dejar cubierta legalmente. En general, los precios de inscripción de las pruebas infantiles suelen ser bastante más asequibles que las de adultos.
Mucho más que una simple una carrera infantil
Será necesario pensar en algunas actividades de ocio específicas para los niños y el público familiar, que acompañen la celebración de la prueba (o incluso los días anteriores, durante la recogida de dorsales). Entre otras cosas, porque a menudo los padres son quienes traen a los niños a la carrera y, además, es posible que los traigan acompañados por algún hermano. A parte, dependiendo del volumen, la duración y las características propias de la competición,algunas actividades de ocio serán también interesantes para los mismos participantes. En definitiva, con el pretexto básico de la carrera atlética, se pueda crear una mañana o un día entero de ocio para las familias, lo cual puede tener un papel importante de cara a crear una relación fiel de los participantes con dicha competición.
Así por ejemplo, los padres ya no verán en la carrera atlética como un motivo de madrugar un fin de semana con los niños, cosa que complica la organización “logística” familiar, sino por el contrario, una opción de ocio para pasar un sábado o un domingo en familia. En buena medida, esto es lo que puede marcar la diferencia entre una simple carrera o un evento, que se convierta en una cita emblemática dentro del calendario de carreras infantiles: aunar diversión y competición es una excelente vía para crear afición de los pequeños al deporte, y al mismo tiempo para consolidar, con una identidad propia y diferenciada, el evento que se pretende llevar a cabo. Para todo ello se puede contar con la colaboración de entidades culturales y deportivas del municipio donde se celebre el evento, e incluso de los centros escolares, que pueden ayudar en la difusión de la carrera entre los alumnos.